Yo llevo meditando desde mediados del 2010, cuando Gaby Velarde me invitó a meditar a su casa con un grupo de amigos. Allí me enteré de Peace Revolution y, de a pocos, la meditación se convirtió en una práctica semanal ya que me permitía un espacio para mí, para relajarme, para encontrar paz.
Comencé a aplicar el Peace in, Peace Out (PIPO) en mi vida ya que al sentirme en paz conmigo mismo, podía irradiar paz con mi familia y amigos. Por esa razón, en el 2012 comencé el curso de desarrollo personal, el cual me ayudó mucho para superar una situación que me agobiaba y no me permitía alcanzar la paz que buscaba.
Luego, en el 2013, durante mi estadía en Haití comencé a meditar todas las mañanas. Esta práctica me ayudó a superar situaciones de estrés ya que la vida por allá no es sencilla. En Haití era usual que viviera cada día en una montaña rusa emocional, pasaba por momentos de alegría extrema a momentos de tristeza. La meditación me ayudaba a equilibrarme, podía vivir en paz cuando mi mente encontraba su centro y me permitía enviar vibrar positivas a mis amigos y familia en Perú y en otros lados del mundo.
Luego de vivir un año en Haití volví a Perú y pronto me sentí abrumado con las obligaciones y la carga laboral. Por esa razón volví a meditar con Peace Revolution desde el 2015, y ahora no concibo pasar una semana sin ir a Hana para meditar y escuchar los cuencos sanadores y/o ir los sábados al malecón Cisneros en Miraflores para meditar, hacer yoga kaleidoscopio y recibir un masaje tailandés. Por eso, siempre invito a mis seres queridos a una de estas sesiones para que se carguen de buenas energías y se sientan sabbai (felices).
By Carlos Jáuregui Portilla – Peru