A menudo, cuando hablamos de paz interior, pensamos en relajarnos, en dejar ir el estrés, en tener un momento para nosotros mismos, en cultivar buenas costumbres… sin embargo, nos suele costar encontrar un sentido más profundo de los beneficios de la cultivación de la paz interior. Podemos entender que si conseguimos ser seres más pacíficos, conseguiremos también impactar más o menos a nuestro entorno de una forma positiva. Pero seguimos mostrándonos algo cínicos ante la posibilidad de aceptar que trabajar de esta manera en nosotros mismos pueda tener un impacto mayor a gran escala…

Hace unas semanas, un buen amigo (fundador de la organización Culture Clash que invita a los jóvenes a participar en la construcción de la paz) me invitó a la Casa de la Humanidad de La Haya, en Holanda, para facilitar una serie de reflexiones sobre la importancia de la paz interior durante el Día Internacional de la Paz.

La reflexión giró en torno a la relación entre la paz interior, la paz medioambiental y la paz social. Comenzamos preguntándonos y tratando de definir qué son cada uno de estos tipos de paz y tratando de encontrar de qué manera una impacta en la otra, comenzando por uno mismo y llegando a una escala global.

Para ponerlo de forma breve y sencilla: imaginemos que el mundo es una gran tarta de chocolate y que lo que cada persona busca a nivel individual en su vida, es poder comer un trozo de esa tarta porque eso le hace feliz. Sin embargo, muchas –quizá demasiadas- personas tratan de comerse un trozo más grande para así ser más feliz aún de lo que creen que pueden ser y por tanto, pasan a quitar algo de tarta a los demás. Como resultado, esta realidad en la que unos comen el trozo de tarta de otros, causa conflictos, llevándonos a pensar que la forma en la que uno hace crecer su felicidad, afecta directamente a la capacidad de otros de cultivar la suya.

Pero ¿qué es la felicidad? He ahí el quid de la cuestión. ¿En qué consiste la felicidad? ¿En satisfacer nuestras necesidades o en satisfacer nuestros deseos? ¿Sabemos diferenciar bien entre necesidades y deseos?

Aprender la diferencia entre necesidades y deseos es vital, a la hora de crecer como personas generosas o egoístas. Si deseamos identificarnos con la etiqueta de la generosidad, entonces deberemos aprender que la felicidad puede estar en los pequeños detalles de la vida como en tener necesidades que damos por sentado cubiertas -como tener un hogar, por ejemplo- evitando así hacer que nuestra felicidad radique en otros detalles no tan básicos –los deseos-. ¿Pero por qué? ¿Por qué mis deseos pueden afectar a los demás?

Piensa tú mismo y seguiremos hablando de ello en el siguiente post…