Sobre desear el infinito mientras se experimenta lo finito. Pensamientos sobre el amor. Parte II.
Escribir y hablar sobre el amor incondicional no es difícil. Lo complejo es traer ese amor magnífico, metafísico, a nuestra vida diaria, a nuestras relaciones. Eso es otra cosa. En momentos de crisis entramos en ese espacio en donde el amor no es placentero ni alegre, sino desafiante e incierto. [Tal vez] amamos incondicionalmente pero nuestras personalidades chocan de vez en cuando, nuestras inseguridades aparecen, no sabemos hacia dónde estamos yendo, experimentamos todo tipo de decepciones, satisfacciones, dudas, certezas, frustraciones, felicidad y sí, penas también. Hay un poco de todo allí.
“En este afán por llenar mi vacío. / En ese afán por querer mirar y ver en ti lo que ilusoriamente me falta./ En ese afán de mi mente por experimentarte para encontrarme. / En ese afán me olvidé y encontré en el silencio la desintegración de todas las formas, mi propio reflejo.” Yasmín Navarrete [“Por Descartes”]
Cuando practicamos la meditación de la bondad amorosa (también conocida como Metta), expandimos nuestras mentes, dejamos de pensar solo en nuestro beneficio y reemplazamos, al menos por algunos momentos, nuestros pensamientos de “Quiero” y “Dame” por “Que todos los seres sintientes sean felices”, “Les deseo bien a todos”. Si realmente nos atrevemos a mirar dentro de nosotros mismos y reconocer nuestros propios demonios, concordaremos con que esos momentos de cese del egoísmo no tienen precio.
Sabios han enseñado (aprendí esto de sacerdotes Católicos y de monjes Budistas) que el dar es lo que hace que nuestras relaciones crezcan y prosperen, las hace saludables y satisfactorias. No sorprende entonces que el dar sea una forma de bondad amorosa y una manera de ir más allá de los límites de nuestra naturaleza reactiva o ego. La forma en que integramos la bondad amorosa practicada en la meditación a nuestra vida es dando. Nos expandimos y salimos de nuestra naturaleza egocéntrica cuando damos, aún en circunstancias estresantes o restrictivas.
Pero seamos cuidadosos con esto: no porque el dar es la vía del desarrollo y crecimiento vamos a tolerar situaciones o relaciones abusivas, y continuar dando a nuestro propio costo. Lo que podemos practicar es dar, y encontrar formas creativas de hacerlo cada vez, no solo cuando nos sentimos bien y los sentimientos son recíprocos, sino que especialmente cuando estamos bajo la influencia de nuestro propio ego, cuando queremos reaccionar, cuando queremos gritarle a nuestra pareja o amigo/a, cuando nos sentimos víctimas de la situación, inseguros de la relación, cuando nos quejamos, cuando juzgamos, cuando culpamos, cuando damos por sentada nuestra relación. Ese es el trabajo que el amor, el amor real, nos guía a hacer. Nunca nos llevará a la autodestrucción, sino que a una existencia más y más placentera y completa.
“El Ego no tiene memoria de la experiencia del amor. Si realmente estás enamorado/a, por ese momento un éxtasis ocurre: el ego no está allí. Los límites se encuentran, se mezclan, desaparecen entre sí.” Osho [traducción del original de la autora]
La naturaleza del amor es incondicional, infinita, pero vivimos en una realidad condicionada (experimentamos límites materiales, de espacio y tiempo, estamos social/culturalmente condicionados, tenemos creencias personales de cómo las cosas “debieran ser”, necesidades individuales, nuestro propio carácter, etc.). Considerando esto, escribir sobre el amor incondicional parece ingenuo, ilusorio o idealista, así que… ¿qué hacemos? Mientras tanto, nada. Nuestra única responsabilidad es mantener nuestro ego a raya, transformar esa energía, cuando surge, en algo para dar, y volverse así un poco menos egoísta en el proceso… después de todo no solo nuestras relaciones cercanas se benefician de esto, sino también nuestra ocupación: ¿qué mejor que una empresa que busca contribuir positivamente a la sociedad? ¿Qué mejor que alguien que trabaja no solo para sí mismo sino que también para los demás? Simplemente dejamos que el amor fluya, que continúe su viaje y que nos estire y apriete hasta que finalmente comencemos a abrirnos a la posibilidad de que el amor no se trate de nosotros o sea para nosotros, sino que a través de nosotros.
Lee aquí la primera parte de este artículo
Créditos de la imagen @imvibhishan