Los seres humanos llegamos al mundo con total pureza y con la verdad más sincera de quiénes somos. Llegamos como un vaso completamente vacío que a medida que nos hacemos mayores, vamos llenando con mensajes que escuchamos de nuestro alrededor.
Estos mensajes con los que llenamos el vaso, terminan siendo nuestra personalidad. Por este motivo, podemos afirmar que dicha personalidad no somos nosotros en estado puro, sino que es el resultado de una mezcla de situaciones de nuestro entorno. A la vez, nos damos cuenta que nuestra personalidad no es algo con lo que nacemos, sino que es algo que creamos para amoldarnos a lo que nos rodea.
A veces ese carácter que creamos y ponemos dentro del vaso, no se parece en nada a nuestra verdadera esencia. Cuando esto pasa, nos sentimos vacíos e infelices sin saber muy bien por qué. A mi esto también me pasó, y te lo cuento en el siguiente link.
En estos casos, debemos verter del vaso lo que nos molesta y llenarlo con lo que realmente nos hace sentir realizados.
A continuación, comento unos consejos que ayudan a conectar de nuevo con nuestro YO más auténtico, el YO de verdad:
-Hacer lo que se dice y decir lo que se hace
Muchos son los que ya han escuchado antes esta frase, pero realmente decirla no permite sentirse mejor, es integrarla en nuestras células y actuar de esta manera lo que marca el cambio. Las personas que se han tomado esta frase en serio, han experimentado verdaderos milagros en sus vidas.
-Seguir nuestros valores
Muchas personas hablan de valores, pero pocos saben qué son realmente los valores y lo más importante: cuáles son los suyos. Nuestros valores son nuestras prioridades, aquello que para nosotros es tan importante.
Hay que decir que no todas las personas tenemos los mismos valores y esto está bien, porque lo importante es que cada uno de nosotros actuemos según los nuestros.
Por ejemplo, una persona que considera el valor de la libertad como muy relevante, le puede costar trabajar en una oficina donde le dicen lo que tiene que hacer y qué horario seguir en todo momento. Le dolerá seguir en este trabajo porque no tendrá la libertad que tanto aprecia. De todas maneras, este trabajo sigue siendo ideal y perfecto para otra persona.
-Decir siempre la verdad sin miedo
Esconder la verdad, significa no honrarla. No debemos tener miedo a no ser queridos, aceptados o gustados por otros, al fin y al cabo, no tenemos que gustar a todo el mundo. Pero si nos aceptamos, nos queremos y nos respectamos a nosotros mismos, ya tendremos el apoyo de la persona que más necesitamos.
-No decir sí cuando se quiere decir no
Muchas veces respondemos que sí para complacer a otra persona, pero realmente después nos arrepentimos y no nos sentimos a gusto. Decir que no apetece o que no se quiere, no significa hacer daño a nadie, siempre tenemos la opción de decir no con compasión y palabras amables.
-Responder en vez de reaccionar
La diferencia entre responder y reaccionar se encuentra únicamente en 3 segundos. Contar hasta 3 antes de dar una respuesta, permite dejar el tiempo suficiente para escuchar y contestar lo que realmente somos.
-Eliminar “tengo que” del vocabulario
La verdad es que no tenemos que hacer absolutamente nada, nosotros hemos elegido hacer lo que vamos a hacer. Así que podemos cambiar perfectamente el “tengo que” por el “yo elijo”. Cuando decimos “no puedo venir porque tengo que trabajar”, en realidad, esta es sencillamente la opción que hemos preferido.
Una persona auténtica es aquella que siempre honra su verdad y sabe que tiene elección de tener y hacer todo lo que le plazca en cada momento. Una persona auténtica se responsabiliza de su vida y crea su propia historia. Una persona auténtica abraza sin miedo el papel del jugador, el áarbitro y el juez en su vida porque está convencida de qué ella mejor que nadie puede afrontar todos estos papeles.
Una persona auténtica únicamente escucha su verdad, porque es la única que le permite sentirse libre y feliz.
Hay más información sobre el camino hacia nuestra verdad aquí.