El día estaba nublado y los ojos de Lucila Voloschin tenían un color sin nombre. Pero más indescifrable que su color era esa especie de brillo, como si una luz se le hubiese prendido desde adentro y a través de su mirada pudiera vislumbrar un reflejo.

La sonrisa se le escapa, recordando este viaje del que hoy habla, y no es difícil imaginarse porque: una beca a Tailandia para meditar en un templo budista, para alimentar su consciencia, anclarla en el presente y  despertar esa luz, en la que en este caso la meditación ofició de chispa, hasta ser faro para contribuir a la paz desde el interior hacia el exterior.

Un relato, una vivencia que nos hace vislumbrar no sólo la oportunidad de viajar a Tailandia, sino la oportunidad también de viajar por las aguas de la filosofía budista y tailandesa, de contactarnos con personas de otras culturas, y finalmente empezar el viaje más interesante: ese que nos lleva dentro de nosotros.

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Contame un poco sobre esta beca con la que viajaste a Tailandia

Hay una ONG tailandesa internacional, World Peace Initiative, que tiene un proyecto que se llama Peace Revolution (Revolución de Paz), que ofrece fellowships o programas de meditación donde también hay un poco de filosofía budista y una búsqueda de conexión con la paz interior en pos de construir la paz exterior. Desde lo básico, desde decir: “si yo estoy bien conmigo evidentemente mi forma de vincularme con mi alrededor va a cambiar”.

El programa al que apliqué era una beca que consistía en un retiro de meditación de dos semanas en un santuario budista de una isla paradisíaca del sur de Tailandia. Te avalan como máximo la mitad del pasaje, eso lo deciden evaluando tu país, qué antecedentes hay de trabajo previo en tu país, tu situación personal y te dan como máximo la mitad o un poquito menos. A mi me dieron el 45% del pasaje, y esas dos semanas completas que fue el retiro, el alojamiento, la comida y los transportes diarios.

Eramos 27 participantes de 24 países distintos, o sea de todo el mundo. De Latinoamérica, de África, de Sri Lanka, de todos los países de la ex Unión Soviética, mucho de Europa del Este. Buenísima la diversidad que también era en términos de religiones.

La ONG pertenece a la fundación que se llama fundación Dhammakaya que pertenece a un templo budista muy grande en Tailandia, allí hay una especie de departamento de relaciones exteriores donde generan todo tipo de proyectos con occidente o el resto del mundo. Siempre hemos tenido la idea de que en occidente podemos darle todo a oriente, y ellos plantean ¿qué pueden ofrecerle a los occidentales? Tal vez les vendría bien conocer un poco acerca de la meditación, como una herramienta genuina que ha nacido más en oriente. Es una perspectiva de la meditación, como una herramienta de alcance universal sin importar la religión, edad o cultura, sino verla como despegada de todo el tinte religioso, de hecho yo no fui a aprender religión budista sino filosofía budista.

Siendo que eran de muchos países del mundo ¿cómo hicieron para conectarse con ustedes más allá de la diversidad cultural?

El grupo estaba plagado de todo tipo de religiones, judía, musulmana, entonces ellos por una cuestión de respeto, no nos enseñaron la meditación ligada a una práctica religiosa, sino que lo hicieron desapegada de la religión, y haciendo hincapié en qué usos le podemos dar a nivel universal, para calmar la mente, para aprender. Para que podamos sentir que nosotros podemos controlar la mente y no ella a nosotros.

Es increíble lo que te pasa. Yo había meditado, pero nunca una práctica continua como cuando empecé para el programa que hay que hacer dentro de los requisitos previos, que se ofrece de forma gratuita y lo puede hacer cualquiera apliques o no. Son 42 días de meditación guiada, donde te van enseñando técnicas, sumamente sencillas

¿Qué tipo de técnicas?

Te enseñan a cómo llevar la atención a tu centro, y tiene que ver con la calma, con bajar la mente un poco, poder enseñarle a nuestra cabeza a estar concentrada en una cosa a la vez, y no como saltar de una cosa a la otra. Así como podemos ejercitar cualquier músculo de nuestro cuerpo, nuestra mente también. En lo personal, fue increíble el desbloqueo que sentí, tenía situaciones y conflictos en mi vida bloqueados, como tenemos todos, y esto generó que mi energía vuelva a fluir, mucha limpieza mental de sacar lo que no te nutre, no te sirve, no te aporta, y crear el espacio necesario generar lo que sí te hace crecer, lo que te expande.

Lo empecé a hacer en septiembre al programa antes de irme, me fui en enero. Fue una explosión de mi nivel de creatividad, claridad, de ser consciente de las cosas, no dudar, saber lo que hay que hacer en cada momento, darte cuenta de situaciones que no te nutren y dejarlas de lado para pasar a otra cosa, sin necesidad de apegarme.

Hablando con unas amigas, les contaba que para mi todos en algún lugar guardamos un baúl lleno de todas las cosas negativas y catastróficas que nos han pasado, entonces cuando nos vuelve a pasar algo que no nos gusta, tenemos donde acumularlo, y nos empezamos a catastrofizar y dramatizar. Es como que la meditación me ayudó a hacer una limpieza tan profunda, que ese baúl de negatividades desapareció, y eso no quiere decir que se nos dejen de presentar cosas difíciles en la vida, pero lo que cambia es la actitud que tenemos frente a ellas. Aprendí a no gastar mi energía en algo que sé que no me va a llevar a ningún lado, y pasar a otra cosa. Darle lugar a las emociones también, pero a la vez poder auto observarse, preguntarse ¿qué me está pasando internamente? Sin negar y evadir, permitir que esa emoción fluya, sabiendo que puedo pasar a otra cosa sin darle vueltas a la cuestión.

Esto cómo se relaciona con la temporalidad

Dicen que es como dejar de estar pendiente por las frustraciones del pasado y de las expectativas del futuro. Sino estar ahora, muy centrados en el hoy.

Conectado con esto, empezaron a aparecer muchos recuerdos de cosas que había olvidado completamente de mi vida. Es como que la mente está más activa, más efectiva entonces tenés más consciencia de todo. En muchos momentos, tuve la claridad para ver cómo estamos todo el tiempo creando nuestra realidad, creando lo que nos rodea. Siento que la meditación no es un acto pasivo y de contemplación, es como un pre constructivo, es tomarnos un tiempo pero para construir más en pos de lo que queremos o deseamos. Antes, tenía el prejuicio de que meditar es cerrar los ojos y olvidarme de lo que pasa en el mundo, al contrario es como que te conecta y te pone los pies mucho más sobre la tierra. No es no hacer nada sino es ser mucho más consciente de todo lo que estamos haciendo todo el tiempo, en relación a lo que nos rodea. Te provee mucha claridad para decir: “estoy acá, hablando con vos pero porque sé que he construído este momento”.

Y también estoy teniendo mucha consciencia del encadenamiento de acciones que te llevan de una cosa a la otra, que en algún punto nada es casual sino que todos estamos siendo protagonistas de lo que nos está pasando y de lo que le está pasando a las personas que están cerca. Eso te da mucho más poder y mucha más responsabilidad, si sé que soy parte de lo que me está pasando no voy a caer en la victimización, en las auto justificaciones y en culpar a los demás que siempre suele ser más fácil. Cuando uno asume la responsabilidad de su presente se da cuenta de que si hay algo que le te gusta lo puede cambiar.

Volviendo al programa en sí ¿cómo eran los días allá?

La directora del programa lo crea a medida. Previamente había hecho varios cursos, entonces decidió tomar de cada uno lo que le pareció más enriquecedor, así que el programa en sí consiste en meditaciones. Pero, son 4 horas de meditación diaria, divididas en 4 sesiones (que incluyen una práctica de yôga). También, sumado a esta instancia de introspección, la directora decidió que estaba bueno aprovechar la oportunidad para compartir e intercambiar con el otro. A eso se le suma el conocimiento que se daba en estas 4 sesiones que consistían en una hora de meditación, y una hora de clases teóricas sobre conocimientos de filosofía budista, sobre resolución de conflictos, sobre paz interior, sobre el funcionamiento de la mente, sobre relación cuerpo-mente-alma. Los profesores fueron los monjes budistas, así que también estuvimos en contacto con ellos, que son increíbles. Tal vez tenemos la imagen internalizada del referente religioso distante, en una jerarquía superior inalcanzable, en ese sentido los monjes son muy accesibles, muy humildes, todo el tiempo con una sonrisa genuina y nunca tuvieron miedo de responder las preguntas que les hicimos, dieron un espacio totalmente libre y abierto de preguntar todo lo que quisiéramos sobre el tema que se nos ocurriera.

Vivir y aprender de la fuente original de quienes viven y practican eso a diario fue una de las razones por la que quise ir. El budismo tiene una mirada de que todo entretenimiento y placer genera algo en nosotros, pero a la vez es efímero y transitorio, ellos lo que buscan es un estado de felicidad. Y la meditación es una forma, una técnica que te acerca más a eso, lo ideal es que te ilumines pero no todo nos iluminamos. En el camino, la meditación se nos presenta como una herramienta que busca alcanzar ese estado de contentamiento, de alegría que viene de adentro, más allá de las circunstancias. Te juro que lo he sentido, no digo las 24 horas pero he tenido plena consciencia de estados de alegría, y que me doy cuenta que esto viene de mi. Es maravilloso, esto ha sido para mi un descubrimiento super saludable.

¿Qué otras actividades realizaban y en dónde?

Teníamos también actividades grupales dinámicas. El lema de ellos es paz interior, paz exterior; en la medida en que cultivemos nosotros nuestra calma estamos con mayor predisposición y colaboración para construir un mundo mejor. Estas dinámicas grupales servían para ver cómo nos empezamos a relacionar con los demás desde ese estado.

El santuario queda en la punta de la isla que es una colina sumamente elevadísimo y selvático. Dormíamos en cabañitas donde escuchábamos toda clase de insectos, nos despertábamos a las 5 de la mañana a meditar, después nos íbamos a hacer yôga a la plataforma que quedaba bien arriba antes del amanecer cuando los colores son increíbles. Creo que es el lugar más hermoso donde estado en mi vida.

En ese sentido el programa es más flexible y sirve para introducir a la gente al mundo de la meditación. Para que se sepa que es una herramienta que le puede servir a todos, independientemente del contexto sociocultural que tenga.

A fin de año, en noviembre van a venir algunos de estos monjes a Buenos Aires, la idea es poder traerlos a Mendoza para que den un taller o sesión de meditación o charla o retiro. Ahí estamos charlando, investigando a ver que se puede hacer porque sería muy lindo.

Para participar en el programa

“Peace Revolution” es un proyecto de la ONG internacional World Peace Initiative y consiste en una beca para un programa de Meditación y Desarrollo Personal de 14 días en una isla en Tailandia. El programa consiste en sumergirse en una técnica de meditación junto con el aprendizaje de los factores que determinan nuestro pensar, actuar y hablar; relación entre cuerpo y mente; rol de nuestros hábitos en la vida diaria y resolución de conflictos; filosofía y culturas tailandesa y budista;  entre otros. Se trata, ante todo, de un programa de auto-conocimiento y auto-exploración. Web: https://peacerevolution.net/docs/es/beca-peace-revolution-para-jovenes

El principal requisito para aplicar al programa es completar el “Programa de Desarrollo Personal” virtual que se trata de un programa de 42 días en donde se enseñan y ponen en práctica técnicas relacionadas con el desarrollo de la paz interior. Se ofrecen meditaciones guiadas y reflexiones diarias para apoyar el proceso y la práctica de la conciencia plena y presente (mindfulness). Durante el programa, debes realizar una instancia para compartir la experiencia de meditación con tu entorno, amigos, familia o comunidad. Finalmente, realizas una entrevista por skype. Si bien este programa se puede realizar en muchos idiomas distintos y no tiene costo alguno, a los fines de aplicar al programa en Tailandia es necesario realizarlo y aplicar en inglés.

La beca del programa incluye: Alojamiento, Alimentación, Transporte local, Programa y Taller de Meditación y Clases teóricas, Patrocinio parcial del billete aéreo (éste último sujeto a condiciones y destinado a personas de entre 20 y 32 años de edad).
Actualmente está abierta la convocatoria y se puede aplicar hasta el 30 de abril de 2016 para la Beca del Programa de agosto 2016. Sin embargo, hay tiempo hasta el 11 de junio para completar todos los requisitos necesarios. Es decir, aplicás hasta el 30/04 y tenés hasta el 11/06 para hacer el programa de desarrollo personal online. También se abrirán nuevas convocatorias a lo largo del año, toda la información se encuentra en la página oficial: https://peacerevolution.net/

By Paula Janin

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